lunes, 11 de enero de 2010

EL TEMA DE LA SEMANA

La fundamentación en los textos académicos (I)

Genaro Aguirre Aguilar

Quien sea que haya pasado por las aulas universitarias sabe de lo importante que es atender a las consideraciones formales cuando se trata de elaborar un texto académico, especialmente en sus modalidades de artículo de divulgación, ensayo académico, trabajo recepcional o informe de investigación.

Lo cierto es que aun cuando en las universidades se promueve la elaboración de textos escritos, en pocas ocasiones los cuerpos colegiados se ponen de acuerdo para establecer una serie de criterios o políticas para la elaboración o la presentación de escritos académicos que oriente al estudiante en la producción de tales trabajos. Al respecto, valdría la pena que así como se establecen criterios para evaluar y acreditar los cursos, bien vale considerar esta experiencia para que, quienes imparten materias o Experiencias Educativas (E.E.) donde la presentación de ensayos o artículos es medular en la formación o preparación de los estudiantes, se pongan de acuerdo para elaborar un documento rector que no sólo contribuya a aclarar institucionalmente lo que se desea con este tipo de productos, sino también para facilitar a los estudiantes el desarrollo de una habilidad que demanda otro tipo de acompañamiento. Con otro ejemplo aseguraríamos la pertinencia de este protocolo: si una de las metas de un trabajo de investigación es la difusión o divulgación de los resultados, cuando propone un artículo a una revista o se desea participar en algún congreso con una ponencia, siempre hay un comité evaluador responsable de revisar y dictaminar a partir de una serie de consideraciones académicas o editoriales.

Es verdad, en el caso de la Universidad Veracruzana, como seguro ocurre en otras instituciones de educación superior, se imparten Experiencias Educativas relacionadas con lectura y redacción, lo cierto es que no resuelven del todo el reto que es sentarse a redactar un texto académico, sea en su modalidad ensayística, de artículo científico o un trabajo recepcional.

Como profesor universitario a nivel licenciatura y postgrado, es fácil observar el desconocimiento que muestran los estudiantes cuando se les habla de referencias bibliográficas en sus distintas modalidades así como el uso correcto del sistema de citación propio de su campo disciplinario. Si bien desconocemos en qué consisten los programas de los talleres que debieran de promover un saber y el desarrollo de ciertas competencias o habilidades de escritura y redacción para la elaboración de textos científicos o académicos, sí podemos asegurar que no están funcionando como se esperaría, por los menos para cubrir las expectativas de aquellos académicos que impartimos Experiencias Educativas relacionadas con la investigación. En esta tesitura, este texto procura analizar, reflexionar y plantear algunas recomendaciones para aquellos jóvenes que reconocen les «cuesta trabajo escribir», pero especialmente para quienes deben cumplir con el criterio de fundamentación teórica de un trabajo académico.

Atendiendo a esta inquietud, la propuesta está orientada por una premisa que considero necesaria reconocer: los actuales estudiantes universitarios poco leen. Si esta aseveración puede resultar de dudosa procedencia (al no mostrar un dato duro para sostener esto, por ejemplo), supongamos sin conceder que sí leen, pero poco lo hacen; por lo que -siendo así- nos preguntaríamos: qué es lo que leen, cómo lo leen y qué descubren o reconocen cuando leen.

¿Porque decimos que nos planteamos estas preguntas mínimas? Porque cuando alguien lee debe de comprender lo leído como para darse cuenta que además de la calidad relato, de la imaginación o del oficio de quien escribe, detrás de esos relatos, de aquellas ideas, hay un camino andado también relacionado con la búsqueda de información para dar claridad a la descripción del contexto que hace un novelista, de la confirmación del término para su mejor uso en el contexto de una estrofa poética; de la conciencia que tiene el teórico para dar consistencia a sus argumentos.

Algo parecido aun cuando en apariencia se crea distinto, es lo que debiera hacer quien se sienta a escribir un texto académico, pues no sólo se trata de aprovechar una experiencia vivencial sino también formativa o disciplinaria, lo que supondría una cierta preocupación para conocer la forma y las maneras de manejar los contenidos de un escrito de esta naturaleza. De tal suerte, más allá de la estructura, es de particular importancia encontrar los mecanismos de fundamentación de un trabajo que será evaluado a partir de criterios de consistencia científica o disciplinaria.

Por ello, cuando se anda en busca de información para fundamentar un trabajo de este tipo, además de ubicar argumentos, ideas centrales, tesis autorales, los estudiantes deben aprende a reconocer cuándo, cómo, dónde el autor que están leyendo –sin importar, incluso su nombre y apellido- ha hecho una cita directa o indirecta de otro colega. Debe reconocer cuándo los argumentos de ese teórico, de ese investigador, plantean la «necesidad» de fortalecer sus ideas con tesis de otros colegas. De eso se trata también el trabajo de fundamentación, de entender que el conocimiento científico es dilógico y «dialogante»; una construcción reconocible en la larga tradición de la reflexión, el análisis colegiado.

Es prudente aclarar que no se trata de desconocer que quien escribe tiene la experiencia para atreverse a decir o asegurar cosas, sino de entender que la producción de textos académicos supone la atención de una serie de convenciones científicas y disciplinarias. Si tuviéramos que hablar en términos teórico-metodológicos, una fundamentación o aproximación conceptual, debe apelar a los distintos mecanismos validados para enriquecer la perspectiva desde dónde pretendemos abordar nuestro problema de investigación, por lo que un marco de referencia, uno histórico, uno conceptual, uno teórico y ni qué decir del estado del arte, supone una revisión exhaustiva o más o menos sistemática de textos especializados, obras de consulta o básicas para poder realizar ese «marco de entendimiento» desde el cual nos disponemos a realizar la investigación.

Efectivamente, se trata de aprovechar lo que ya se ha hecho, de reconocer que además de «nosotros», hay muchos más que antes ya dijeron cosas importantes, significativas, fundamentales en el campo disciplinario donde se ubica el tema o la investigación que realizamos; es decir, tienen que ver con la producción del conocimiento que ha alimentado nuestra formación, son esos autores que se discutieron en el aula, pero que en este momento junto a ellos establecemos un diálogo distinto, más cercano, más analítico y reflexivo; más exigido por una consideración académica. Desde y con ellos aprendimos pero ahora se pretende explicar mejor algunos tópicos relacionados con nuestra área de estudios, el tema que en este momento busco explicar en el artículo que escribo; pero también le da a mis argumentos mayor claridad y consistencia en esta etapa en la que construimos la fundamentación teórica de una investigación. Es cierto, es un lugar común del universo académico formativo, pero que suele estar ausente cuando un estudiante se sienta a escribir un texto o como parte de su trabajo de tesis.

Hecho esto, otro mundo también se revela: los mismos autores «encargados» para su revisión o se han «encontrado» en la biblioteca citan, dialogan con otros autores, discuten con ellos. Están fundamentando o enriqueciendo sus propias ideas a través del uso de referencias que obtienen de otros autores. ¿Por qué alguien que apenas inicia no lo tendría o debiera de hacer? El detalle estriba en que -a veces- el joven o estudiante de postgrado lo sabe pero no conoce las formas porque no lo ha vivido de manera sistemática, ya que durante su formación no tuvo ocasión de evidenciar este tipo de aprendizaje seguramente porque cuando entregó sus trabajos, el profesor no lo revisó ni se preocupó por promover las consideraciones de estilística y consistencia académica. Ni siquiera cuando se ha hecho o se hizo una lectura en voz alta se suele detener y analizar estos usos formales de referencias encontradas en los textos revisados, al estar ausencia o en la opacidad de nuestra cultura de enseñanza.

En consideración a esto, sería oportuno finalizar este primer ejercicio sobre el texto académico y su fundamentación, haciendo una serie de recomendaciones en torno a las formas en que se debe dialogar con los textos consultados, así como la manera en que debiéramos emplearlos en el contexto de nuestro escrito académico. Para cerrar lo que corresponde a los autores consultados, es razonable volver señalar el porqué las citas son necesarias. En primer lugar, contribuyen a legitimar nuestros argumentos, les dan sustento, además de permitir la mayor claridad para comprender mejor al problema o tema que estamos analizando. Como complemento de ello, los autores que revisamos se hayan no sólo en la línea de trabajo del tema que abordamos, también son personalidades que contribuyen a la constitución del campo de conocimiento donde ubicamos el tema o problema de investigación.

No se puede dejar de mencionar que siempre será recomendable dialogar con otros campos del saber, pues la complejidad de los temas que suelen abordarse en estos tiempos obliga a moverse en los bordes del saber contemporáneo, antes que negarlo en aras de un etnocentrismo disciplinario. De allí que sea recomendable para los estudiantes de las ciencias sociales y humanas, acercarse a la literatura sociológica, al ser una ciencia que por tradición ha desarrollado teorías generales sobre la sociedad. Si el tema indaga en la dimensión cultural, acercarse al pensamiento antropológico puede ser una experiencia enriquecedora para nuestra mirada disciplinaria. Y así con aspectos históricos, comunicativos, psicológicos, educativos, siempre que el tópico lo demande.

Finalmente, con los siguientes puntos esperaría contribuir a resolver algunas dudas prácticas en torno a la manera en que deben manejarse las citas. Esto no sustituye a los tantos documentos u obras que se pueden encontrar en línea como en la literatura que existe al respecto, pero un poco ha sido la forma en que los hemos incorporado al trabajo docente desde aquellos primeros días cuando comenzamos a ser aprendices en la producción de textos académicos.

Cuando citemos, debemos tener claridad en dos aspectos: el tiempo y la forma: a) Con relación al tiempo o la oportunidad (en decir cuando puede ser «momento adecuado») para citar en términos de lo que estamos argumentando (lo que nos atrevemos a decir, lo que aseguramos en torno al problema o fenómeno que abordamos, el fondo de nuestras ideas expuestas). b) Con relación a la forma, si van a ser citas largas o cortas, si van a ser parafraseadas o textuales o directas. Si se van a entrecomillarse o no.

Las citas no se subrayan, es decir no se ponen en cursivas, al menos que tengamos una razón; pero nunca se emplearán para «distinguirlas» de nuestros «palabras». Las citas textuales que son superiores a 40 palabras (algunos criterios editoriales hablan de referencias directas mayores a 5 renglones), se recomienda se presenten en párrafo por separado y con una tipografía dos puntos menor al resto del texto. Estas citas no se entrecomillan. Cuando hacemos una referencia textual y nos encontramos con que en ella el autor ha hecho un «entrecomillado», nosotros estilísticamente colocamos un tilde (‘) o bien el símbolo (« ») para distinguir el entrecomillado nuestro y aquel del autor. Si hacemos notas al pie de página, la numeración se recomienda sea consecutiva a lo largo del artículo, capítulo o total de la obra.

La presentación de la bibliografía será en orden alfabético considerando el apellido y cumpliendo con la estructura propia del sistema de citación que hemos empleado a lo largo del trabajo (APA, Harvard, otro). Para ello es conveniente conocer el tipo de sistema de citación autorizado o validado para el campo de conocimiento donde se encuentra la licenciatura o programa de postgrado en el que estamos inscritos.

Es recomendable no olvidar que en el campo de la producción científica, las referencias bajadas de Internet, suelen ser complementarias o básicas dependiendo del campo de conocimientos. El peso fuerte de nuestro trabajo de fundamentación teórica, siempre recaerá en los libros o artículos publicados en revistas especializadas: a) En el caso de las fuentes obtenidas en Internet, deben atenderse las siguientes consideraciones: la legitimidad de la publicación y la autoría del texto consultado o referenciado, b) La revista debe ser auspiciada por un organismo o institución oficial, c) Debe ser una publicación periódica, por lo tanto contar con número o volumen, número de ISSN o digital, d) Cuando se enliste en las fuentes de consulta, además de los datos formales del autor y el artículo, debe identificarse la dirección electrónica de donde se obtuvo y entre corchetes ( [ ] ) registrar la fecha en que se ha consultado el documento o paper y c) Si se considera necesario, se separan las fuentes escritas de las electrónicas y la bibliografía.

3 comentarios:

  1. Mi querido profe, me ha hecho recordar una a una las sesiones en la Maestría puesto que precisamente este tema fue uno de mis mayores problemas en la redacción de mi trabajo de tesis, (los autores,las citas, referencias, interpretaciones etc.)por los que más de una vez me llevé un "jalón de orejas".
    Gracias infinitas por todo su apoyo, paciencia y buena disposición hacia quienes en su momento necesitamos de su orientación para culminar nuestros trabajos.
    Espero que este sea un año lleno de éxitos y nuevos logros profesionales.
    Reciba un cariñoso abrazo.

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  2. Mi estimada Esperanza:
    Te agradezco tus comentarios. Efectivamente recuerdo aquellos días de jalones de orejas. Un poco por eso he comenzado a hacer estos ejercicios.
    Por cierto, viste tu video en línea???
    Saludos

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  3. Maestro Genaro, me he tomado mi tiempo para ir leyendo poco a poco sus trabajos, y este en particular me aclara loque en clase comentó y no me había quedado claro y deje en mi descripación del tema.
    La forma conó aborda la investigacion es completamente nueva para mi, y diferente en le sentido de que tengo que cambiar o mejor dicho como dijo en elgún momento el maestro Jorge Campa desamprender lo aprendido. gracias Araceli

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