jueves, 23 de agosto de 2012

La difícil tarea del director y lector de tesis


EL PROFE AGUIRRE


Hoy quiero poner en común algunas ideas que me han venido asaltando en las últimas semanas sobre el papel que juega un asesor y el lector de una tesis, sobre todo porque sabemos son dos apoyos académicos que tiene quien se encuentra realizando un trabajo recepcional (tesis, tesina, monografía u otro).
Si bien es cierto la reglamentación de las instituciones educativas pueden tener establecido el rol como la tarea que debe realizar uno y otro, la viabilidad en la gestión de calidad debe ser un ejercicio de consenso entre aquellos que planean y deciden quienes tienen el perfil para ser director o asesor de tesis, como aquellos que fungiran como lectores. Lo mejor que puede hacerse es establecer desde academia, en los núcleos académicos, inclusos en los cuerpos académicos, una serie de criterios para favorecer el diálogo entre el egresado, el asesor y los lectores, buscando con ello contribuir a abonar en las tareas que hace uno y otro.
Pero como esto es poco común, yo pondría a consideración algunos aspectos que considero razonables dimensionar por todos aquellos involucrados, esto porque si bien el director o asesor de tesis sabe que su tarea es acompañar en la realización de un trabajo recepcional, orientando a la definición del objeto de estudio, el diseño metodológico, la fundamentación de la investitación como la discusión de sus resultados; la tarea del lector –casi siempre un colega especialista en la disciplina donde se ubica el objeto de estudio del trabajo recepcional- es revisar el documento final para valorar su pertinencia, consistencia y congruencia; es decir, es de una u otra forma quien da el “visto final” a la calidad de escrito.
Sin embargo, ¿qué ocurre cuando el estudiante confunde el trabajo del director de su tesis con la responsabilidad que tiene un tercero –incluso a veces externo al programa-, de constatar, valorar o ponderar la calidad, debilidad o deficiencia de un trabajo? Incluso cuando es un trabajo que ha pasado por la mirada aprobatoria de su director de tesis, incluso de un o dos de los lectores, pero donde un tercero ha encontrado que el documento no reune las condiciones para ser aprobado, si no es atendiendo a una serie de recomendaciones, que –también hay que decirlo- en ocasiones proponen rehacer el trabajo.
Ante una situación complicada como esta, es donde debe intervenir la mesura y la gestión de los involucrados (de directivos al mismo egresado), pues si se asume una mirada crítica ante estos “desaguisados”, tendríamos que reconocer una serie de corresponsabilidades que quizá no se cumplieron en la manufactura de un documento; pues si bien es el autor de la tesis quien escribe lo leído, no es menos cierto que en ocasiones la dirección o asesoría no fue la adecuada, situación termina por afectar al egresado. Incluso se puede decir, que el tiempo de calidad en la revisión de los avances del trabajo recepcional por parte del director o asesor, no fue el mejor al no tener tiempo de revisar o bien porque sólo consistió en decir “va bien”, “revisate este documento”, “le hace falta más fundamentación”, entre otras cosas.
Claro que cuando el autor de la tesis recibe las recomendaciones del lector, no entiende por qué si su director se la aprobó, si ya hubo un lector que dio su voto, hay un tercero que ha valorado diferente su trabajo. En ese momento, no hay forma de hacerle entender que esa es la tarea de un lector, que está cumpliendo con su trabajo. Lo peor es cuando el mismo docente que ha acompañado a la o el joven, se pregunta en el mismo tenor: si ya había sido aprobada por qué hay un tercero que cuestiona la calidad.
Si bien es cierto, las razones esgrimidas para cuestionar el actuar de un lector pueden ser válidas, es innegable que ante situaciones como estas, puede que el trabajo hecho no sea el mejor; pero también revela que quizá quien lee el documento sea un especialista en el objeto de estudio, por lo que desde una mirada disciplinaria o bien por ciertas competencias profesionales que se escapan al conocimiento del director.
En lo personal, considero necesario consensuar colegiadamente una guía o rúbrica para valorar el documento, donde se establezcan indicadores de calidad objetivos relacionados con lo disciplinario, las cuallidades teórico-metodológicas, la sintaxis, el uso adecuado del sistema de citación para el manejo de fuentes de consulta. Si no se quiere, establecer criterios de pertinencia en cuanto a la decisión de atender las sugerencias de los lectores, o bien aceptar que se está en un diálogo académico que tienen a procurar la mejora de una tesis, por lo que cualquier recomendación debe ser bienvenida, por más superficial o profunda que sea.  O bien asumir la responsabilidad como director que no hicimos bien el trabajo, echar la carne al asador o bien como lector llamar al joven para mostrarle su disposición para hacer las mejoras necesarias.