miércoles, 25 de mayo de 2011

Cine y policromía en El Jardín del Eden

Una cierta lectura a la obra del Raciel

Genaro Aguirre Aguilar

Cuando de oídas supe había el interés por parte de Raciel Martínez para que fuera uno de los presentadores de su libro más reciente, como suele ocurrir entre amigos, dije que sí, para que posteriormente a través de un medio poco convencional para estos casos como es el facebook, le confirmara a una amiga común mi disposición para ser parte de un evento especialmente significativo para quienes gustamos de la lectura y, sobre todo, el cine.

Más tarde sería a través del correo electrónico cuando recibiría correspondencia firmada por el Director General del Área de Humanidades, doctor Miguel Ángel Casillas, quien me invitaba a ser uno de los presentadores del libro: Multiculturalismo, cine mexicano e identidad. Los desafíos primordializantes del Jardín del Edén. Casi inmediatamente y por la misma vía, el autor me hacía saber que la obra era parte de la colección de textos de la biblioteca digital universitaria que edita el área de humanidades de la Universidad Veracruzana; por lo tanto lo podía descargar desde ese sitio.

Así las cosas, a través de una gestión que quizá hace 10 años era impensable, estábamos en el camino para ser uno de los presentadores (por lo tanto lectores) de una obra electrónica (un e-book dirían algunos), cuyo reto es desmontar un texto cinematográfico para analizarlo a la luz de uno de los debates más apremiantes, significativos, intensos que al mismo autor le llevan a asegurar que “por lo novedoso” sigue siendo una experiencia donde la bifurcación sobre su episteme complejiza y tensa la discusión.

Para ello, se acerca al cine desde algunas de sus faceta, para poder encontrar a través de la cinta El Jardín del Edén (de María Novaro, 1994), no sólo los goznes sino también un punto de inflexión razonable, en medio de tantas formas (pero casi siempre fragmentadas) de desmontar un texto. Y es que no podía ser de otra forma, si el interés de Raciel Martínez era acercarse a las formas de representación, a los imaginarios colectivos, a las narrativas, las doxas culturales o los sistemas hegemónicos de dominación que pueden llegar a reconocerse en el discurso fílmico, es porque asegura es una forma pertinente para analizar para, desde estas variables y referentes discursivos, acercarse a la configuración de un subtexto que puede reconocerse en una de las película emblemáticas del entonces conocido como Nuevo cine mexicano: El Jardín del Edén.

Las razones, el propio autor nos las da:

El jardín del Edén es una cinta que permite comprender la crisis del imaginario colectivo mexicano, porque se sitúa en un periodo de tránsito entre un poder estatal hegemónico revolucionario homogéneo y un Estado afincado en el neoliberalismo que balcaniza las identidades. Se trata entonces de observar la evolución y/o transformación de un imaginario colectivo dominante.

Analizar la construcción de los imaginarios nacionales provistos por el cine mexicano no es una apuesta menor, pues si bien se sabe a lo largo de nuestra historia los llamados medios masivos de información han fungido como agentes de mediación social, ha correspondido especialmente al cine ser la agencia que mayormente ha acompañado el aprendizaje identitario, ideológico y político que hemos vivido los mexicanos herededos del proyecto emanado de revolución como del “modernista” que supuso el cambio de estafeta militar por el político civil. Con otras palabras el autor diría que somos producto de un acto inventor que biologizó las diferencia, misma que feron sedimentandoce a tal grado que es posible seguir pensando en una comunidad imaginada producto de contradictorios procesos que hacen piel y sangre cual experiencia esencialista que se erige en diferencias naturalizadas, socialmente hablando, pero narrativas que se reproducen en los discursos del nuevo como del viejo cine maxicano. Y esto lo plantea Raciel Martínez, quien nos recuerda que:

Existe una herencia impregnada en el particular modo de representación fílmica; es decir, el discurso fílmico del NCM no surge por generación espontánea, sino que sus manifestaciones se corresponden con una serie de competencias en la memoria cinematográfica local, nacional, regional y universalmente hablando.

No por en el marco de la investigación realizada, asume convencido con el cine es un espacio con las cualidades para revelar un crisol de culturas, ese vehículo a través del cual también se expresan la voces de la alternancia, narrativas que desde las periferias suelen cuestionar los convencionalismos nacionales, locales; textos, imágenes, discursos que igual perviven en medio de la hegemonia imperante en la industria. Es el cine entonces una trama articulada por personajes, historias, voces como resonancia de una sociedad que allí también se piensa, encuentra cabida, se recrea por lo tanto las cintas del nuevo cine mexicano también recogen las maneras de pensar la organización social, a partir de la producción de imágenes propias de esa diversidad visual que posibilidad sus recursos gramaticales.

Tenemos entonces que si los medios son agencias de referencia para vivir aprendizajes posibles, tenemos también que el cine “por tanto, un espacio de conocimiento; es cognición, es un proceso mental íntimamente vinculado a la sociedad.” A partir de aquí, también un “espacio de expresión de minorías o de reflejo cultural de las mismas, en donde vale la pena analizar cómo llegan hasta allí y cómo se confeccionan las versiones y los discursos de la Otredad –inclusive, cómo se construyen desde la hegemonía.”

He aquí entonces que El Jardín del Edén desde la mirada de quien se ha formado en el terreno de la comunicación, pero que ha hecho de la crítica de cine una pasión personal, para también encontrar en la academia la oportunidad par dar constitución a una mirada mas bien fenomenológica, convierte a esta cinta en una ocasión territorio de aprendizaje si reconocemos su búsqueda lo ha llevado a configurar un modelo de análisis heurístico transdisciplinar para poder tender puentes, trazar caminos, diseñar itinerarios teórico/ metodológicos para poder acercarse al análisis del componente multicultural que asume es posible descubrir en la cinta de la Novaro.

No por menos conforme avanzaba en la lectura, tras un instante de ceguera intelectual producto del abrumador ejercicio teórico y reflexivo que realiza en las primeras páginas nuestro apreciable Raciel Martínez, fue despertando en mí una única certeza: el libro que hoy nos convoca, puede llegar a ser mayor que la propia película de referencia. Por cierto, aprovecho la ocasión para plantear el aprendizaje que también ha representado para mí presentar un libro que por primera vez me llevó a leer frente a la computadora, algo nada fácil si como románticos seguimos asumiendo el sonido del pasar hojas es clave en la experiencia lectora (sin descontar el café, el cigarrín o el whisky, dependiendo de los habitos que se tengan en la mesedora o recostado en cama junto a quien se quiere); por otra parte, aprendizaje porque en aras de no imprimir para responder razonablemente a un proyeco editorial universitario digital que se ubica igual en una politica de sustentabilidad, tuve que reorganizar mi tiempos. Gracias amigo por todo lo aprendido.

Tenemos entonces, que el libro digital Multiculturalismo, cine mexicano e identidad. Los desafíos primordializantes del Jardín de El Edén es un libro que revela pasiones, querencias, oficios; historias, anhelos, trayectorias; de alli que sea una experiencia de aprendizaje, si bien no para todo público, si para quienes han incorporado al cine como recurso, dispositivo, materia prima para hacer de él un lugar con propiedades para entender el mundo, la sociedad, al hombre, sus sueños como sus demonios. No por menos, si por Raciel Martinez se deja guiar el lector, puede cruzar los umbrales del lugar común para que -en medio de un sacudimiento de algunos de nuestros convencionalismos cinéfilos- entender porque argumenta a favor de un ejercicio interpretativo donde dialoguen la comunicación, la antropología, la historia, la sociología; donde categorías como multiculturalidad, identidad, estado, nación, identidad, cultura, globalización, hegemonía conformen los cimientos de un edificio teórico y conceptual que –cual rollo de pelicula vieja- mientras se desenreda va construyen un pensum analitico que gran envergadura. Para ello es importante señalar ese dialogo de quien oficio la palabra y el pensamiento, con autores tan disímiles como: Van-dijk, Ricour, Eco, pues desde el estructuralismo a la historiografía moderna para alcanzar el puerto semiótico, en el marco de esta tesis doctoral, su autor no se abandona ni deja para despues una mirada conciliadora y holística; por lo mismo –de vez envez- da voz a otros autores, apunta incidentalmente hacia un terreno hermenéutico que hace gozoso pero no menos complejo el constructo del que se vale para analizar apenas una película.

Después de una travesía por aguas tempestuosas, que bien puede significar un el naufragio por parte de algunos lectores, llegamos al puerto convenido, ese en el cual se develará el análisis, donde descendemos para asumir una mirada que puede ir de lo admirativo a una interrogante como: ¿ha valido la pena? La respuesta cada lector la debe buscar. A Raciel Martínez le correponde asegurarnos que:

Como parte de esa asignatura pendiente de los estudios multiculturalistas, analizaremos la condición multicultural mexicana, transversalizada en un discurso audiovisual como es la película El jardín del Edén. Su importancia estriba en que refleja la movilidad y visibilización de las minorías culturales, aún no del todo hegemonizadas por los agentes históricos institucionaliza de México cada vez más en franca crisis.. (2010: p. 195)

Es decir, si el cine en tanto narrador histórico–como dice Martínez- que suele favorecer una cosmogonía audiovisual, le permite a la directora María Novaro proponer “un mosaico identitario” en donde encuentran cabida la etnia mixteca, los migrantes que persiguen el sueño americano hasta los chicanos; esos otros mexicanos que siguen recreando los elementos simbólicos de una cultura que fue, todos ellos personajes que también e corresponden con su tiempo, tanto desde el punto de vista del estado que guardaba el cine mexicano en aquel momento, tanto como el propio proyecto de país que se pensó pero fue desdibujándose bien pronto a la llegada del primer presidente de oposición. Algo que también puede ser un implícito en los testimonios de la propia directora que acompañan la última parte del capítulo analítico (su cosmovisiones como ser humano y hacedora de historias fílmicas se dejan escuchar), quien como muchos de nosotros también se pregunta por qué seguimos siendo una sociedad que añora el pasado, que prefiere el cine de la época de oro antes que el contemporáneo. Es decir, tensiones y contradicciones de una realidad que naufraga entre el dilema del pasado y esa modernidad desde la que queremos pensar y vivir el presente.

Cine y policromía en El Jardín del Eden

Una cierta lectura a la obra del Raciel

Genaro Aguirre Aguilar

Cuando de oídas supe había el interés por parte de Raciel Martínez para que fuera uno de los presentadores de su libro más reciente, como suele ocurrir entre amigos, dije que sí, para que posteriormente a través de un medio poco convencional para estos casos como es el facebook, le confirmara a una amiga común mi disposición para ser parte de un evento especialmente significativo para quienes gustamos de la lectura y, sobre todo, el cine.

Más tarde sería a través del correo electrónico cuando recibiría correspondencia firmada por el Director General del Área de Humanidades, doctor Miguel Ángel Casillas, quien me invitaba a ser uno de los presentadores del libro: Multiculturalismo, cine mexicano e identidad. Los desafíos primordializantes del Jardín del Edén. Casi inmediatamente y por la misma vía, el autor me hacía saber que la obra era parte de la colección de textos de la biblioteca digital universitaria que edita el área de humanidades de la Universidad Veracruzana; por lo tanto lo podía descargar desde ese sitio.

Así las cosas, a través de una gestión que quizá hace 10 años era impensable, estábamos en el camino para ser uno de los presentadores (por lo tanto lectores) de una obra electrónica (un e-book dirían algunos), cuyo reto es desmontar un texto cinematográfico para analizarlo a la luz de uno de los debates más apremiantes, significativos, intensos que al mismo autor le llevan a asegurar que “por lo novedoso” sigue siendo una experiencia donde la bifurcación sobre su episteme complejiza y tensa la discusión.

Para ello, se acerca al cine desde algunas de sus faceta, para poder encontrar a través de la cinta El Jardín del Edén (de María Novaro, 1994), no sólo los goznes sino también un punto de inflexión razonable, en medio de tantas formas (pero casi siempre fragmentadas) de desmontar un texto. Y es que no podía ser de otra forma, si el interés de Raciel Martínez era acercarse a las formas de representación, a los imaginarios colectivos, a las narrativas, las doxas culturales o los sistemas hegemónicos de dominación que pueden llegar a reconocerse en el discurso fílmico, es porque asegura es una forma pertinente para analizar para, desde estas variables y referentes discursivos, acercarse a la configuración de un subtexto que puede reconocerse en una de las película emblemáticas del entonces conocido como Nuevo cine mexicano: El Jardín del Edén.

Las razones, el propio autor nos las da:

El jardín del Edén es una cinta que permite comprender la crisis del imaginario colectivo mexicano, porque se sitúa en un periodo de tránsito entre un poder estatal hegemónico revolucionario homogéneo y un Estado afincado en el neoliberalismo que balcaniza las identidades. Se trata entonces de observar la evolución y/o transformación de un imaginario colectivo dominante.

Analizar la construcción de los imaginarios nacionales provistos por el cine mexicano no es una apuesta menor, pues si bien se sabe a lo largo de nuestra historia los llamados medios masivos de información han fungido como agentes de mediación social, ha correspondido especialmente al cine ser la agencia que mayormente ha acompañado el aprendizaje identitario, ideológico y político que hemos vivido los mexicanos herededos del proyecto emanado de revolución como del “modernista” que supuso el cambio de estafeta militar por el político civil. Con otras palabras el autor diría que somos producto de un acto inventor que biologizó las diferencia, misma que feron sedimentandoce a tal grado que es posible seguir pensando en una comunidad imaginada producto de contradictorios procesos que hacen piel y sangre cual experiencia esencialista que se erige en diferencias naturalizadas, socialmente hablando, pero narrativas que se reproducen en los discursos del nuevo como del viejo cine maxicano. Y esto lo plantea Raciel Martínez, quien nos recuerda que:

Existe una herencia impregnada en el particular modo de representación fílmica; es decir, el discurso fílmico del NCM no surge por generación espontánea, sino que sus manifestaciones se corresponden con una serie de competencias en la memoria cinematográfica local, nacional, regional y universalmente hablando.

No por en el marco de la investigación realizada, asume convencido con el cine es un espacio con las cualidades para revelar un crisol de culturas, ese vehículo a través del cual también se expresan la voces de la alternancia, narrativas que desde las periferias suelen cuestionar los convencionalismos nacionales, locales; textos, imágenes, discursos que igual perviven en medio de la hegemonia imperante en la industria. Es el cine entonces una trama articulada por personajes, historias, voces como resonancia de una sociedad que allí también se piensa, encuentra cabida, se recrea por lo tanto las cintas del nuevo cine mexicano también recogen las maneras de pensar la organización social, a partir de la producción de imágenes propias de esa diversidad visual que posibilidad sus recursos gramaticales.

Tenemos entonces que si los medios son agencias de referencia para vivir aprendizajes posibles, tenemos también que el cine “por tanto, un espacio de conocimiento; es cognición, es un proceso mental íntimamente vinculado a la sociedad.” A partir de aquí, también un “espacio de expresión de minorías o de reflejo cultural de las mismas, en donde vale la pena analizar cómo llegan hasta allí y cómo se confeccionan las versiones y los discursos de la Otredad –inclusive, cómo se construyen desde la hegemonía.”

He aquí entonces que El Jardín del Edén desde la mirada de quien se ha formado en el terreno de la comunicación, pero que ha hecho de la crítica de cine una pasión personal, para también encontrar en la academia la oportunidad par dar constitución a una mirada mas bien fenomenológica, convierte a esta cinta en una ocasión territorio de aprendizaje si reconocemos su búsqueda lo ha llevado a configurar un modelo de análisis heurístico transdisciplinar para poder tender puentes, trazar caminos, diseñar itinerarios teórico/ metodológicos para poder acercarse al análisis del componente multicultural que asume es posible descubrir en la cinta de la Novaro.

No por menos conforme avanzaba en la lectura, tras un instante de ceguera intelectual producto del abrumador ejercicio teórico y reflexivo que realiza en las primeras páginas nuestro apreciable Raciel Martínez, fue despertando en mí una única certeza: el libro que hoy nos convoca, puede llegar a ser mayor que la propia película de referencia. Por cierto, aprovecho la ocasión para plantear el aprendizaje que también ha representado para mí presentar un libro que por primera vez me llevó a leer frente a la computadora, algo nada fácil si como románticos seguimos asumiendo el sonido del pasar hojas es clave en la experiencia lectora (sin descontar el café, el cigarrín o el whisky, dependiendo de los habitos que se tengan en la mesedora o recostado en cama junto a quien se quiere); por otra parte, aprendizaje porque en aras de no imprimir para responder razonablemente a un proyeco editorial universitario digital que se ubica igual en una politica de sustentabilidad, tuve que reorganizar mi tiempos. Gracias amigo por todo lo aprendido.

Tenemos entonces, que el libro digital Multiculturalismo, cine mexicano e identidad. Los desafíos primordializantes del Jardín de El Edén es un libro que revela pasiones, querencias, oficios; historias, anhelos, trayectorias; de alli que sea una experiencia de aprendizaje, si bien no para todo público, si para quienes han incorporado al cine como recurso, dispositivo, materia prima para hacer de él un lugar con propiedades para entender el mundo, la sociedad, al hombre, sus sueños como sus demonios. No por menos, si por Raciel Martinez se deja guiar el lector, puede cruzar los umbrales del lugar común para que -en medio de un sacudimiento de algunos de nuestros convencionalismos cinéfilos- entender porque argumenta a favor de un ejercicio interpretativo donde dialoguen la comunicación, la antropología, la historia, la sociología; donde categorías como multiculturalidad, identidad, estado, nación, identidad, cultura, globalización, hegemonía conformen los cimientos de un edificio teórico y conceptual que –cual rollo de pelicula vieja- mientras se desenreda va construyen un pensum analitico que gran envergadura. Para ello es importante señalar ese dialogo de quien oficio la palabra y el pensamiento, con autores tan disímiles como: Van-dijk, Ricour, Eco, pues desde el estructuralismo a la historiografía moderna para alcanzar el puerto semiótico, en el marco de esta tesis doctoral, su autor no se abandona ni deja para despues una mirada conciliadora y holística; por lo mismo –de vez envez- da voz a otros autores, apunta incidentalmente hacia un terreno hermenéutico que hace gozoso pero no menos complejo el constructo del que se vale para analizar apenas una película.

Después de una travesía por aguas tempestuosas, que bien puede significar un el naufragio por parte de algunos lectores, llegamos al puerto convenido, ese en el cual se develará el análisis, donde descendemos para asumir una mirada que puede ir de lo admirativo a una interrogante como: ¿ha valido la pena? La respuesta cada lector la debe buscar. A Raciel Martínez le correponde asegurarnos que:

Como parte de esa asignatura pendiente de los estudios multiculturalistas, analizaremos la condición multicultural mexicana, transversalizada en un discurso audiovisual como es la película El jardín del Edén. Su importancia estriba en que refleja la movilidad y visibilización de las minorías culturales, aún no del todo hegemonizadas por los agentes históricos institucionaliza de México cada vez más en franca crisis.. (2010: p. 195)

Es decir, si el cine en tanto narrador histórico–como dice Martínez- que suele favorecer una cosmogonía audiovisual, le permite a la directora María Novaro proponer “un mosaico identitario” en donde encuentran cabida la etnia mixteca, los migrantes que persiguen el sueño americano hasta los chicanos; esos otros mexicanos que siguen recreando los elementos simbólicos de una cultura que fue, todos ellos personajes que también e corresponden con su tiempo, tanto desde el punto de vista del estado que guardaba el cine mexicano en aquel momento, tanto como el propio proyecto de país que se pensó pero fue desdibujándose bien pronto a la llegada del primer presidente de oposición. Algo que también puede ser un implícito en los testimonios de la propia directora que acompañan la última parte del capítulo analítico (su cosmovisiones como ser humano y hacedora de historias fílmicas se dejan escuchar), quien como muchos de nosotros también se pregunta por qué seguimos siendo una sociedad que añora el pasado, que prefiere el cine de la época de oro antes que el contemporáneo. Es decir, tensiones y contradicciones de una realidad que naufraga entre el dilema del pasado y esa modernidad desde la que queremos pensar y vivir el presente.

martes, 3 de mayo de 2011

Recomendaciones para la producción de textos escritos


 

Lo que aquí se lee es la síntesis de una experiencia que trata de recuperar algunos elementos que orienta la producción de textos académicos; es decir, un puñado de procesos que tras la experiencia personal creemos oportuno poner en común entre todos aquellos estudiantes que se encuentran en el inicio de su formación disciplinaria como de su trabajo de investigación. Hay que decir que en la literatura especializada existen títulos que pueden orientar más sistemáticamente sobre aquello relacionado con la escritura y la producción de textos académicos y científicos, por lo que siempre tendrán que ser las referencias formales para orientar la forma en que se debe escribir académicamente; por lo que este ejercicio nunca suple lo que allí podemos encontrar, tan sólo representa un acto de ordenamiento centrado en lo empírico como en el proceso de búsqueda, decisión y producción de textos académicos o de investigación.

Para facilitar la comprensión de esta serie de consideraciones, el documento se integra por una serie de apartados cuyo objetivo es dar claridad a cada paso dado en el proceso de elaboración de un escrito.


 

  • Del momento de sentarse a escribir
  1. Cuando nos sentemos a escribir debemos estar acompañados de un diccionario de la lengua española, de sinónimos y antónimos. O bien tener a la mano la dirección electrónica de un diccionario virtual.
  2. Es importante no perder de vista que se está en proceso de elaborar un texto que debe mostrar una coherencia en la estructura formal y el sentido de los argumentos manejados, por lo que será importante definir una guía expositiva que pueden ser las veces de apartado que permita congruencia interna a nuestros argumentos.
  3. Como recomendación, conforme vaya escribiendo o al final del texto, leer en voz alta lo escrito. De esta forma podrá reconocer la fluidez del texto, tanto como el sentido de las ideas, por lo tanto la congruencia y claridad de nuestras ideas.
  4. Es necesario que en la lectura, recuerde atender las modulaciones, énfasis propios de los signos de puntuación.
  5. Al final de la producción del texto, tenemos que hacer una lectura exploratoria de lo hecho para identificar problemas de acentuación, errores de dedo, uso abundante de muletillas, empleo de palabras repetidas en los mismos párrafos.


 

  • De la referencia a autores
  1. Es importante analizar y comprender las razones del porqué las citas son necesarias: legitiman nuestros argumentos, los sustentan, les permiten más claridad conceptual y teórica a nuestras ideas. Entendemos mejor el fenómeno, tema o problema sobre el que indagamos, además de construir un espacio conceptual como propiedad de ese tipo de textos.
  2. Resulta pertinente reconocer a aquellos autores que están en la línea de trabajo del tema que estamos abordando. Esto implica reconocer el campo disciplinario en donde se ubican.
  3. Es importante conocer los bordes antes que los centros de nuestros temas de estudio. Con otras palabras, en el campo de las Ciencias Sociales, los fenómenos contemporáneos debe llevar a que quienes investigan reconozcan las afinidades, aproximaciones y los diálogos que se pueden tener entre las distintas disciplinas para poder dimensionar, comprender o explicar un fenómenos entrecruzado por la complejidad del mundo contemporáneo.
  4. De allí que se recomiendo que cuando se aborde un fenómeno social, se debe procurar la lectura de textos sociológicos, pues por su naturaleza es la ciencia que más ha desarrollado teorías generales sobre la sociedad. Si nuestro tema abunda en la dimensión cultural o social, la antropología debe ser una disciplina recurrente. Si tiene que ver con un fenómeno de corte histórico, tener en consideración a esta disciplina.


 

  • De las formas de citar
  1. Cuando vayamos a citar, debemos tener claridad en dos aspectos: el tiempo y la forma de la cita. Es decir, cuándo vamos a citar en términos del "momento adecuado" por lo que estamos argumentando (lo que nos atrevemos a decir, lo que aseguramos, la naturaleza de fondo de nuestras ideas expuestas). Con relación a la forma, si van a ser citas largas o cortas, si van a ser parafraseadas o textuales o directas.
  2. Las citas no se subrayan, es decir no se ponen en cursivas, al menos que tengamos una razón; pero nunca se emplearán para "distinguirlas" de nuestros "dichos". Hay convenciones relacionadas con las formas de citar a la que pertenecen o ser reconocen los distintos campos disciplinarios, por ello se debe atender cada una de ellas.
  3. Las citas textuales que son superiores a 40 palabras, se recomienda se presenten en renglón separado y con una tipografía dos puntos menor al resto del texto.
  4. Cuando hacemos una referencia textual y nos encontramos con que en ella el autor ha hecho un "entrecomillado", quien escribe puede distinguir ambos su entrecomillado de aquel que hace el autor referenciado con un símbolo ( «» ).
  5. Si hacemos notas al pie de página, la numeración se recomienda sea consecutiva a lo largo del artículo, capítulo o total de la obra.
  6. La presentación de la bibliografía será en orden alfabético considerando el apellido, cumpliendo con la estructura propia del sistema de citación que hemos empleado a lo largo del trabajo (APA, Harvard, otro).
  7. Es recomendable no olvidar que en el campo de la producción científica, las referencias bajadas de Internet, siempre serán complementarias además de atender a una serie de consideraciones académica (publicación especializada, autor reconocido, auspiciado por una institución, un organismo o colegio disciplinario. El peso fuerte de nuestro trabajo teórico, suele recaer en los libros.


 

  • De la producción escrita
  1. Siempre será recomendable cuando se quiere hacer un trabajo escrito planear, tanto los tiempos para consultar la literatura especializada, como para sentarse a redactar.
  2. De lo anterior, se desprende la necesidad para administrar los tiempos. Como ejercicio identifiquemos en que momentos podemos estar concentrados en este trabajo. Es decir, disponer de un tiempo exclusivo para generar un hábito que optimice los tiempos con los que se cuenta para el trabajo escrito.
  3. Considere sus tiempos laborales, familiares, de esparcimiento. Hecho esto agende tipo de actividad a realizar en los tiempos para la producción.
  4. Divida la semana: cuantos días, cuantas horas dedicará a la revisión teórica. Recuerde que esta es una tarea que exige tiempo suficiente para identificar, leer y comprender. Cuantas horas dispondrá para escribir. Puede ser recomendable unir días y horas para procurar una continuidad en una y otra actividad.


 

Bueno, como puede reconocerse hay muchas más cosas que decir, sin embargo también que este es una puesta en común desde particularidades específicas: la experiencia en la producción de textos académicos que hemos alcanzado.