lunes, 4 de enero de 2010

EL TEMA DE LA SEMANA

En torno al objeto de estudio y el problema de investigación

Algunas reflexiones mínimas

Genaro Aguirre Aguilar

Distintos son los dilemas que enfrenta quien pretende realizar una investigación atendiendo a las consideraciones del método científico (o el razonamiento académico), pues si ben en la bibliografía especializada no son pocos los textos que hablan acerca de cómo llevar a cabo una pesquisa de esta naturaleza, lo cierto es que enfrentar una realidad para explicarla, comprenderla o intervenir sobre ella desde cualquier campo de conocimiento, siempre será una tarea poco fácil, especialmente cuando se trata de escribir sobre ella. No únicamente porque en la literatura es prácticamente imposible dar cuenta de los obstáculos que pueden presentarse desde el inicio al final de la investigación, sino también por lo poco habilitado que se puede estar cuando por primera vez se realiza una tarea de esta naturaleza. A éste último punto, puede añadirse la facilidad con que los docentes o asesores o directores de tesis, asumimos con certidumbre lo que sabemos nosotros antes que los particulares conocimientos adquiridos por un estudiante; dejando de reconocer que no siempre los perfiles de egreso, como tampoco el diseño de los currículos o los propios programas de las materias, no siempre se enfocan al desarrollo de competencias para la investigación. Sin dejar de mencionar el caso de los posgrados, con una tendencia cada vez mayor hacia la profesionalización antes que a la tarea investigativa.

A continuación, trataremos de reflexionar sobre algunos aspectos relacionados con el objeto de estudio y el planteamiento del problema, en el entendido que lo dicho aquí buscará orientar al investigador primerizo a partir de algunas premisas. Quien pretenda mayor información tendrá que explorar en la literatura especializada, pues otro objetivo que se busca es proveer a los interesados un punto de inflexión para dialogar, reflexionar y decidir sobre sus problemas de investigación, especialmente con aquellos que están en su etapa terminal como estudiantes de licenciatura o se encuentran inscritos en un programa de maestría en el campo de las ciencias sociales y humanas. El mayor nivel de fundamentación teórico metodológico, siempre estará en otro tipo de obra.

Para ello podemos partir de una condición del investigador: como tal, se enfrenta a una realidad práctica, que debe comenzar a entender conjugando su mirada ordinaria con aquella que se ha comenzado a definir disciplinariamente. Es decir, esa realidad que le es propia a su vida cotidiana, debe comenzar a transformarse en una realidad teórica en consideración al punto de vista de la disciplina desde la que pretende realizar su investigación. En apariencia no hay nada complicado en esto, no obstante un autor con Pierre Bourdieu, sostiene que no puede construirse un objeto de estudio si no se ha pasado por una experiencia de ruptura epistemológica; es decir, mutar de un pensamiento ordinario, ingenuo, natural a uno disciplinario, conceptual, teórico. Con palabras más sencillas se diría: es necesario dejar de confiar es nuestro saber vulgar o práctico, para tratar de construir otro más razonable, definido siempre por esa suerte de mirada fenomenológica que debe caracterizar al trabajo de un observador que comienza a ser privilegiado por la manera que analiza, comprende la realidad, lee los mundos contemporáneos.

He aquí entonces que la realidad se revela densa, compleja, teórica. Por esto, un investigador debe aprender a desmontar los escenarios sociales, culturales, políticos, económicos; es decir, tratar de distinguir de qué está hecho, como se compone y la forma en que está articulado ese contexto donde alcanza a ubicar el tema que más tarde será un problema de investigación. En términos prácticos, se supondría que cualquiera que estudie una licenciatura o curse un programa de postgrado estaría habilitado para hacer esa lectura diagnóstica, pues a lo largo de su formación, se hizo de información, discutió, reflexionó y acostumbró sus ojos a ver más allá de lo que suele ver una persona común. No obstante, tras muchos años de docencia hemos comprobado y confirmado que no necesariamente esto es así; al contrario, pareciera que cada vez más priva un pensamiento ingenuo que opaca esas capacidades para analizar crítica y reflexivamente a las sociedades modernas. Es verdad, siempre habrá algunos que sí, pero es preferible pensar en esos otros que no, pues la tendencia parece los convierte en mayoría.

Es precisamente a esos estudiantes, a quienes suelo invitar a diseñar un mapa, a veces conceptual y otras, mental; para que traten de reconocer factores, aspectos, variables que determinan el mundo contemporáneo o el contexto donde puede circunscribirse su problema de investigación. Con ello, un primer trazo que permite reconocer el tipo de mirada, el oficio en el uso de recursos para trazar, para diseñar, para nombrar ese escenario. Es obvio que estamos entrando en un primer plano de abstracción, en una zona que permite un principio de problematización que más tarde se irá puliendo conforme se va indagando en niveles de profundidad mayor.

La realidad práctica siempre será conflictiva, pues acostumbrados como se está a poco problematizarla desde lo teórico/disciplinario, el tratamiento en los primeros momentos siempre estará matizado por lo común, por lo anecdótico, por lo vivencial; un tanto crítico pero pocas veces reflexivo. Ese gesto siempre será importante, pero la tarea que viene es la contrastación de lo que se sabe con aquello que se desconoce. Antes que respuestas, se deben promover preguntas para obligar al estudiante a explorar en esos conocimientos previos casi siempre poseídos, pero casi nunca revelados. La búsqueda de información, la puesta en común, el análisis pero también el diálogo con sus pares, debiera ser una experiencia para enriquecer la configuración de ese escenario; especialmente en estos momentos cuando no son pocos los autores que exigen, que plantean como necesidad poner a consideración de la comunidad los planteamientos desde donde se está construyendo el conocimiento en estos días. Cuanto más si se trata de jóvenes que están en un proceso de aprendizaje con la pretensión de realizar hallazgos que enriquezcan su campo disciplinario.

Quizá sea pertinente señalar la conveniencia para reconocer que un escenario problematizado suele ser denso, multirreferenciado, nunca sencillo; por ello cuanto más recursos se decidan para dar mayor contundencia a los argumentos que definen ese escenario, siempre será mejor, pues sólo a partir de aquí se estará en los umbrales de un planteamiento más rico, más elaborado, mas congruente con las circunstancias que están definiendo a los mundos contemporáneos; mismos que no sólo definen los problemas que interesan o le preocupan a las ciencias sociales y humanas, también a ese objeto de investigación en ciernes, apenas esbozado por este novel investigador.

Trazado el escenario (reconocidas sus características, revelados los factores o descubiertas las variables que lo determinan), se pasa a una lectura más fina del fenómeno de interés. Se está en los bordes de esa realidad que nos interesó a partir de nuestras vivencias cotidianas, que nos llamó la atención por la experiencia formativa que tenemos; pero ya en la mira está esa otra realidad apenas develada: la teórica, la conceptual, la compleja.

El paso siguiente es la construcción de un objeto de estudio. Para ello, plantearse algunas preguntas que orienten la reflexión, que detonen el análisis, que apuntalen nuestros argumentos, siempre será recomendable. Si se quiere abordar una parcela del campo disciplinario, algunas preguntas pudieran tener relación con un tema matriz: la educación, los medios de comunicación, las prácticas culturales, la didáctica, las identidades urbanas. ¿A caso en estos tiempo debe seguir siendo la educación la premisa fundamental para enfrentar los retos del presente?, ¿son los medios de comunicación los que deben cambiar o tendría que ser mi forma de verlos?, ¿las prácticas culturales de los adolescentes pueden estar determinando sus maneras de vivir la socialidad humana?, ¿Cómo diseñar estrategias didácticas que respondan a la complejidad de la vida en el aula?, ¿qué tipo de tutorías académicas pudiera diseñar para promover identidades urbanas mejores? Si bien preguntas que en su articulación emplean conceptos, no dejan de ser básicas, de exploración, para el análisis critico que más tarde pudieran conducir a la pregunta de investigación.

Antes de plantear la pregunta de investigación, es necesario definir el objeto de estudio, el mismo que debe emerger desde esa problematización que supuso la configuración del escenario, para lo cual pudiera definirse un enunciado descriptivo en el que puedan trazarse los aspectos principales del objeto de investigación: su temporalidad, su contexto, sus características, sus sujetos de la investigación. El objeto de investigación estará definido por una trama discursiva caracterizada por lo analítico, lo crítico, lo teórico: aquella realidad práctica donde inició la aventura se ha transformado gracias a un acto reflexivo que la problematiza y nombra, que la deconstruye y configura conceptualmente.

Acto seguido, vienen los primeros trazos en torno a la pregunta o preguntas de investigación, en el entendido que pudiera ser una interrogante principal o bien acompañarse de un par subpreguntas. Es oportuno señalar que no se trata de elaborar una lista de preguntas, pues si esto llegara a suceder lo más seguro es que estas no serían de investigación, sino interrogantes para analizar o reflexionar, pero no hechas para alcanzar a construir un conocimiento desde un proceso de investigación. De allí que sea importante recordar que una pregunta de investigación también tiene cualidades teóricas, por lo tanto el enunciado debería estar provisto de recursos discursivos disciplinarios, conceptuales; de tal manera que esa interrogante no la pudiera hacer alguien ajeno a la experiencia formativa universitaria. Es decir, la pregunta de investigación tiene tal nivel de elaboración o abstracción conceptual, que no la pudiera hacer cualquier persona y menos quien no ha cursado la licenciatura o programa de postgrado que exige la investigación que se está a punto de realizar. Suena de un positivismo rancio, pero aquí se emplea para dar la mayor claridad posible a la expresión.

Tenemos con esto, que una pregunta debe comenzar a mostrar esa mirada propia de quien tiene una formación disciplinaria, por lo tanto el lenguaje predominante tendrá que ser teórico, técnico, pues si bien partió de una realidad practica se ha hecho una travesía hasta llegar a una pregunta de investigación que emplea, que sitúa, que reconoce, que recupera términos sin duda fundamentales para la investigación. Igualmente es pertinente señalar que como todo inicio, el diálogo que se tiene con la realidad está en ciernes, por lo que una pregunta siempre estará al punto de su redefinición, pues conforme se avanza en la pesquisa, en la exploración de la literatura y el mundo empírico, la mirada se va afinando más, así como la forma y los recursos empleados para nombrar ese otro mundo teórico. Es decir, podrá modificarse tanto como el nivel de profundidad, la dinámica del trabajo y la propia decisión del investigador lo determinen; por lo tanto, valdría la pena mantener el historial por donde la pregunta se va construyendo, para que el investigador reconozca y comprenda su propio proceso de maduración, del nivel de problematización al que ha llegado. Dice Jorge González que si una pregunta no sufre ninguna modificación al final del trabajo, no es de investigación, por lo que sería probable estar ante un resultado con más debilidades que fortalezas.

Es obvio, aun con la testarudez de ciertos investigadores, no puede ser que una realidad apenas esbozada al inicio y más tarde reconocida en el arduo trabajo de investigación, se le vea de la misma forma. En el corazón epistemológico de la interrogante podrá estar la misma preocupación, la misma ruta critica, reflexiva, pero en la pregunta final debiera haber algún toque de distinción entre el inicio y el desarrollo del trabajo. Esto estará dado por la densidad de un enunciado que revela los conceptos centrales de un problema de investigación, que en su composición revela dominios discursivos disciplinarios de un responsable que ha entrado en la plenitud de sus capacidades como acucioso indagador de lo social.

No hay comentarios:

Publicar un comentario