Cualquier académico imaginaria que acompañar
el proceso de elaboración de un trabajo recepcional parte de una serie de “sobre
entendidos” propios de la cultura y la práctica académica, por no decir
metodológica, pues es sabido que suele haber casos en donde un asesor o
director de tesis no necesariamente ha vivido la investigación “en carne
propia”, por lo que termina por desempeñar ciertas prácticas cuyos referentes,
antes que el proceso de investigación de campo son los manuales de metodología.
No
es que esto sea del todo errado, pero sí que deja de lado una serie de
dinámicas o prácticas que solo la experiencia empírica genera como aprendizaje
en quien investiga, para que a través de la docencia procure condiciones en
donde los estudiantes aprendan a dar consistencia a sus proyectos y trabajos de
investigación. Recordemos que si bien es fundamental los dominios de un espacio
teórico-metodológico propio de toda disciplina, tozuda como es la realidad,
suele obligar a replantear modelos, fórmulas o premisas que regularmente se
proponen en los textos especializados en metodología de la investigación, pero
que en la práctica investigativa no necesariamente se revelan igual. Recordemos
que lo que se dice en un libro suele ser un escenario ideal, pero como señala
Jesús Galindo Cáceres, en la realidad la imaginación y la creatividad del
investigador son recursos que en la práctica abonan al buen desarrollo de una investigación
social.
El
detalle se complica cuando un profesor -en medio de su desconocimiento- no
conoce los criterios básicos que definen un protocolo o proyecto de
investigación, para terminar por convencer al estudiante que no elabore una
justificación y ni siquiera dimensione la pertinencia para que un primer
capítulo del documento final, esté relacionado con la forma en que un
estudiante puede construir un problema de investigación.
Si
se asume que un trabajo recepcional es un documento académico elaborado para
mostrar las competencias y dominios disciplinarios de un egresado, el sentido
común puede acompañar al acompañante del joven como para comprender que una
inquietud, un interés, una preocupación por un tema, un fenómeno o problema, es
el móvil intelectual primario desde dónde la traves
ía de la imaginación o los
saberes, lo deben conducir a encontrar las razones que validen o den
legitimidad disciplinaria a su inquietud.
Por
ello resulta extraño saber que un profesor diga a un jóven que en una
Monografía –por ejemplo- no hace falta justificar su trabajo, sabiéndose que se
requiere confirmar, a través de ese ejercicio, la pertinencia, la consistencia
y la congruencia de un objeto de estudio con relación al campo disciplinario en
donde se ha formado el joven. Igualmente ocurre con el apartado donde debe
problematizarse, pues si una investigación tiene como objetivo generar
información o nuevo conocimiento o solucionar problemas, dependiendo de la
modalidad que pretende o ha realizado indagar, debe saber articular la
dimensión epistemológica de un proyecto de investigación; es decir, qué se
quiere investigar, para qué y cómo realizará ese trabajo de indagación.
Tenemos
entonces que para todo trabajo recepcional es pertinente y razonable (por no
decir obligado), mostrar las razones del porqué merece la pena sistematizar
información a propósito de un ejercicio monográfico; después de todo es un
trabajo académico documental que demanda un método de pesquisa para poder
explorar, organizar y reflexionar en torno a un tópico, por lo tanto
mínimamente el estudiante debe decirle a su comunidad de referencia como a sus
jurados en dónde estriba la importancia de un abordaje que ha realizado, después
de todo si hará una inversión de energías e inteligencias, no está de más
recordar que el profesor que dirige o acompaña el trabajo, también realiza su
propia inversión, por lo que ambos deben esperar valga la pena el trabajo en
donde comparten un compromiso: contribuir a entender mejor alguno de los
ángulos de sus campos disciplinarios.
No debe olvidarse que un
trabajo recepcional legitima las condiciones del perfil de egreso de un
estudiante, por lo tanto se debe atender a cada uno de los criterios académicos
que definen la consistencia y congruencia de un documento para la obtención de
una licenciatura o un posgrado.