Hace poco más de dos años, en un espacio
similar a este (elprofeaguirre.blogspot.com), reflexionaba sobre las tareas de
un asesor o director de tesis, sobre aquellas cosas que dejamos de hacer en
este tipo de actividades, pero igual sobre lo que esperaríamos de un estudiante
que ha pasado por un proceso de formación universitaria.
Hoy
quiero aprovechar una experiencia sigficativa que he tenido en éste ámbito en
el año que está por concluir, pues me parece oportuno compartir algunas ideas
que suelo plantear en mis clases de Taller de Tesis en licenciatura y posgrado:
nadie mejor que el estudiante que ha hecho el trabajo, conoce lo realizado, por
lo tanto, una vez que se está ante un jurado, hay que demostrar las
competencias argumentales y conceptuales como dominios propios de quien ha
estudiado una profesión pero sobre todo ha hecho una investigación.
Pues
bien, resulta que con los años de trabajo en aula, si algo he aprendido, es a
dimensionar el papel que juegan las distintas inteligencias como las
diversidades que caracterizan a nuestros estudiantes; por lo tanto, ha sido
preocupación tratar de diversificar la forma en que apoyamos el abordaje de
objetos de estudios. Por ello suelo recomendar que siempre busque partir de un
tema que les resulte cercano. De hecho promuevo su realización a partir de
cinco preguntas que deben de responder –invariablemente- con un sí, pues por
experiencia, quien deja en el aire alguna, siempre tendrá problemas: ¿conozco el tema?, ¿manejo información sobre
el tema?, ¿sé donde buscar información sobre el tema?, ¿tengo el tiempo y los
recursos para investigar este tema?, y la última que suelo decir es la más
importante: ¿me puedo enamorar o
apasionar del tema?
Estas
preguntas son el inicio para definir la pertinencia y viabilidad del tema. Lo
que viene a continuación es la realización de actividades encaminadas a definir
el proyecto para después pasar a la realización de la investigación, una vez
que se tiene planteado el problema o construido el objeto de estudio (o el
objeto de intervención). En el transcurso de ese proceso, como profesores
podemos ser acompañantes, facilitadores de un camino que irá mostrando si el
estudiante va cumpliendo con las expectativas propias de este tipo de ejericios
o sí es necesario generar condiciones que favorezcan la atención a esas
diversidades e inteligencias múltiples que terminan –muchas veces- por mostrar
la descompensación en la formación del estudiante que ha llegado a esta
instancias. En este contexto, si se es de licenciatura el estudiante o de
posgrado, con orientación hacia la investigación o prefesionalizante, las
exigencias suelen ser distintas, especialmente en el terreno de la
fundamentación teórica, el diseño metodológico, el trabajo de campo y la
presentación de resultados; pero eso no sustituye que el propio estudiante vaya
apropiándose de esos dominios y habilidades que deben caracterizar su egreso.
Los
profesores que somos directores o asesores de tesis (incluso lectores de este
tipo de trabajos), vamos haciendo observaciones, proponiendo, favoreciendo,
complementando, pero no sustituyendo lo que el estudiante está obligado a
hacer: mostrar que ha pasado por un proceso de formación académica. Pues bien,
qué pasa cuando se ha llegado al final y en las manos se tiene un trabajo
recepcional que –siempre y en todos los casos- será mejorable, pues ya ni
siquiera está a discusión que este tipo de ejercicios siempre cumplen con un
tiempo administrativo, como de las propias posibilidades de quien lo realiza,
incluso por encima del compromiso con los objetos de estudio que fueron
abordados; por lo que hay que cerrar y
entregar, para esperar las observaciones de los lectores.
Al final lo que espera,
es atender a esos comentarios, a las sugerencias y notas de todo tipo que los
lectores hagan. De allí que siempre les diga a los estudiantes que lo mejor que
puede ocurrir es que nos hagan observaciones, pues el documento termina por
enriquecerse, no así cuando son regresados sin comentario alguno, situación que
puede quedar bajo sospecha, porque es
prácticamente imposible no hacer alguna consideración a este tipo de trabajos.
Así que el paso siguiente es atender aquellas observaciones que -junto al
asesor o director de tesis-, se consideren razonables, pertinentes, que no
pretendan cambiar el propio objeto de estudio (como a veces ocurre).
A
continuación viene la duda, la incertidumbre, las inquietudes del estudiante
frente al futuro inmediato: qué pasa el día del examen profesional, el gran día,
ese en el que ante un jurado debe mostrar habilidades en el diseño de su
presentación y competencias discursivas propias de quien egresa de una licenciatura
o de un posgrado. Los nervios siempre estarán presentes y eso quienes somos
jurado lo sabemos, pero en estos casos la actitud y el conocimiento del trabajo
hecho, debe sacar a flote al estudiante; incluso en medio de sus diversidades
formativas e inteligencias múltiples.
Primero, la disertación
será para situar el problema investigado, siempre apoyado en una presentación
que orienta los planteamientos de quien expone; por cierto una competencia que
no debe sustituir la lectura del ppt u otro soporte en donde se muestra la
síntesis de lo hecho en la investigación; algo que suelo aclarar a los
estudiantes. Después vendrá el diálogo con el jurado, quienes preguntan,
cuestionan. De eso se trata la segunda parte de la exposición. Por lo que un
estudiante que ha hecho el trabajo debe escuchar, tomar nota, responder aquello
sobre lo que se le interroga. Esa es su tarea en ese momento.
¿Qué
le queda por hacer a un director o asesor de tesis cuando un estudiante no
entiende el rol que le corresponde llegado el momento del cuestionamiento?,
¿Qué pueden hacer los lectores venidos a jurado cuando un egresado no puede
responder lo que se supone hizo en su investigación, incluso le observaron en
su retroalimentación?, ¿Qué muestra el estudiante cuando no encuentra la forma
de responder con asertividad y ni siquiera la actitud para tratar de encontrar
las palabras que abonen a la comprensión mejor del trabajo que realizó?, ¿Qué
se puede hacer cuando se llega a esas instancias y el espacio conceptual del
que se forma parte, queda clausurado antes la ausencia de dominios discursivos
como de habilidades disciplinarias y universitarias?, ¿Qué responsabilidad le
corresponde a un director o asesor de tesis, incluso a los lectores, cuando por
reglamento es preferible otorgar un periodo para que el estudiante vuelva a
presentarse ante el jurado, pues no pudo acreditar sus conocimientos y termina
reprobando?
Como
profesor sé que tenemos que contribuir en el acompañamiento más efectivo de los
estudiantes, como asesor tendría algunas ideas al respecto, como lector no
sabría y como jurado tampoco lo supe en su momento; lo que sí puedo decir, es
que hay una corresponsabilidad que se generó durante el proceso de elaboración,
revisión o en la retroalimentación del trabajo que han hecho los lectores; pero
el día del examen, es entera responsabilidad de los estudiantes responder
asertivamente y con consistencia teórica y metodológica cuando se le pregunta.
O por lo menos, mostrar aptitudes y actitudes para querer hacerlo, pues entre
los jurados siempre habrá un principio razonable para dimensionar el momento
ante el que se está con todo y los nervios, pero no como para disculpar la
falta de prestancia para responder sobre algo que se supone se ha investigado,
por lo tanto debe dominarse.
Por eso insisto en las
primeras preguntas que hago a los estudiantes que se acercan para que los
oriente como aquellos que están en clases frente al reto de elaborar su tesis o
trabajo recepcional, pues el día del examen será la ocasión para mostrar la
pertinencia del trabajo, su viabilidad pero sobre todo, la información generada
como los conocimientos construidos a lo largo de un proceso sistemático de
indagación. He aquí algunas de las aristas de un trabajo de dirección o
asesoría de tesis, entre otras tantas, que he dejado para otra ocasión. O
ustedes qué piensan?