domingo, 16 de mayo de 2010

EL PROFE AGUIRRE

Pongamos que tengo un solo sueño: la investigación

Genaro Aguirre Aguilar


 

Seguro para muchos que me leen lo que a continuación escribo les sorprenda, les provoque dudas o, en todo caso, piensen que algo se esconde detrás de estas líneas. Lo cierto es que quienes me conocen y han estado cercanos a mi vida personal o trayectoria docente, no les debería causar sorpresa alguna. Al contrario, comprenderían la serenidad con que tomé la decisión para hacer público lo que ahora escribo. A quienes en mí han confiado en los últimos años y saben de la pasión con que encaro las cosas, les pido relajarse pues el sentido de comunidad, de pertenencia, de fraternidad seguirá en pie y dando de qué hablar.

Puede sonar mal que lo diga, pero me parece importante en el contexto de este escrito recordar algunas cosas: provengo de una familia pobre que no tuvo la suerte de estudiar pero sí de promover entre sus hijos el valor de la palabra y una suerte de ética común que tuvo como mejor ejemplo a mi padre. Por eso espero que aquellos junto a quienes he venido construyendo caminos y posibilitando sueños, no se sorprendan, más bien esperaría asombro como para mostrar que seguimos siendo seres humanos.

Debo decir que desde hace poco más de dos años coordino un grupo de trabajo en la facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana al que hemos llamado Comunicación y Estudios Emergentes (CyESEM). Nacido en una coyuntura de colaboración interinstitucional para la realización de una investigación en red, poco a poco fue dando pie a un proyecto académico que ha tenido como premisa lo afectivo en tanto propiedad de un compañerismo que reconoce lo emotivo, pero también lo efectivo para posibilitar un trabajo desde una lógica de colaboración, de voluntad y de compromiso donde seamos capaces de conciliar lo amoroso con lo responsable.

Como es de suponer, las cosas no han sido fáciles, pues tuvimos que aprender a dialogar, a pensarnos crítica y reflexivamente, por ello los encuentros como los desencuentros han sido contantes y sonantes, pero donde siempre ha prevalecido el acuerdo, el consenso propio de un grupo de colegas que hemos entendido que se puede pensar distinto, tener diferentes creencias o intereses diversos, pero donde el disentimiento constituye autoestima y dignifica la tarea docente en un proyecto que nos es común por lo que importa en nuestra vidas.

Esta experiencia de colaboración entre pares docentes, ha tendido puentes para establecer vínculos con una comunidad académica y social que no ha conocido fronteras. Digamos que han sido muchas cosas buenas las que hemos cosechado a partir de esta labor académica institucional que igual ha permitido la constitución de un espacio de académico en el que hemos invertido no sólo energías e ideas sino también recursos obtenidos a través de nuestra gestión o invirtiendo capital económico propio, pues también hemos aprendido a reconocer que para trabajar es imprescindible un espacio con la mínima infraestructura y una tecnología que facilite los procesos. Es decir, vale la pena aclarar que buena parte de lo que encuentra quien llega a nuestro espacio de trabajo ha sido producto del esfuerzo y las ganas de todos los que conformamos CyESEM.

Esta visibilidad en el trabajo que realizamos, siempre ha tenido como objetivo un proyecto académico institucional al que le preceden muchos sueños, muchas ganas, muchos deseos, propios de personas como las que conformamos este grupo de trabajo que –quizá-, no llegue a conformarse en un Cuerpo Académico pronto, pero que seguirá apostando por un trabajo como el que hasta ahora se ha hecho.

En lo personal debo reconocer que este esfuerzo colectivo igual se ha prestado a lecturas razonables pero equivocadas, pues si bien no son pocos los que se congratulan de labor hasta hoy realizada por CyESEM, hay quienes tienen la certeza que el programa de trabajo que hemos echado a andar desde hace dos años, es un plan que persigue otro tipo de fines como por ejemplo aspirar a la dirección de la facultad. A algunos de quienes han llegado a pensar en esa posibilidad como algunos amigos o conocimientos, en distintos momentos como en diferentes espacios, les he dicho que no soy una persona de ocurrencias, que bien temprano aprendí a planear mi vida, por lo tanto tras una experiencia de dirección en la Universidad Cristóbal Colón, institución educativa donde aprendí a ser mucho de lo que quizá hoy soy como académico, no tengo otra aspiración, otro sueño que no sea llegar a ser investigador. Con eso cumpliría un plan de vida que me tracé aquel día cuando a mi abuela materna, le dije que si llegaba a estudiar algún día, buscaría ser alguien en mi comunidad.

Con otras palabras diría, en mi proyecto de mediano y largo aliento está sólo dedicarme a la docencia y a la investigación. NO ASPIRO A SER DIRECTOR DE MI FACULTAD. Hoy hago público esto que para mi es un principio en plena conciencia, con los riesgos y temores propios de este tipo de manifiestos, pero también con la asertividad y transparencia con que siempre he actuado.     Como dijera mi abuela Elda, aquí no hay plan con maña. Pero igual como decía al principio, para mi la palabra sigue teniendo un valor incalculable, sigo confiando en que ella no sólo permite nombrar al mundo sino también a contribuir en el desnudamiento de las personas. Lo vuelvo a decir: no aspiro a la dirección de la FACICO. En todo caso tendría que agradecer a quienes han pensado en esa posibilidad, tanto a aquellos que verían con buenos ojos eso como a quienes tienen dudas al respecto. Si alguien no puede imaginar que esto sea posible, que no reconozcan en que esto sea un acto de honestidad, me disculpo, no puedo hacer nada más.