martes, 20 de marzo de 2012

APUNTES SOBRE LA INFORMACIÓN TEÓRICA EN UNA INVESTIGACIÓN

Genaro Aguirre Aguilar

Una de las tareas más arduas en la planeación de una investigacion en Ciencias Sociales, es la búsqueda de información para conocer, entender y fundamentar nuestro problema de investigación. Es un hecho que tras mucho tiempo de tener a la investigación como un referente en la formación de los jóvenes, estos tienen conocimientos previos sobre las razones del porqué, cuando se emprende un trabajo de investigación, es necesario legitimar los argumentos o ideas; para lo cual requieren de la exploración y consulta de fuentes de información que alumbren mejor su inquietud o fortalezcan el conocimiento que se tiene sobre el tópico o fenómeno que se pretende investigar.

No obstante, es común que al llegar a su último semestre de licenciatura o primero del posgrado, no recuerden, no tengan claro, incluso desconozcan las razones que lo obligan a buscar información para acompañar, enriquecer y fortalecer sus planteamientos disciplinarios. Junto a esto, la poca costumbre de recuperar, organizar o sistematizar la información con la que ya se cuenta; de allí que no sorprenda a un profesor que los estudiantes de licenciatura o de posgrado frente a un proyecto de investigación se muestren inseguros, inquietos, desconocedores o estresados, cuando se les exhija construir un marco histórico, referencia, conceptual o teórico.

Si a lo anterior se suma el hecho que hay diseños curriculares, planes y programas de estudio que si bien muestran fortalezas en la línea de formación en investigación, la ausencia de una cultura académica, la nula contribución al fortalecimiento de las llamadas Líneas de Investigación y Generación de Conocimientos (LGAC) o su inexistencia, nulifican la problematización, el análisis o la comprensión del propio campo de conocimiento, por ende de sus objetos de estudio. Es decir, no hay condiciones que favorezcan el desarrollo de las competencias, los dominios teórico metodológicos, ni las habilidades entre quienes deben aprender, conocer e investigar sobre su propia área de conocimiento. Con todo esto tenemos que el estudiante navega por caminos inciertos, nebulososo, poco claros, ya no sólo en torno al para qué consultar en la literatura especializada, sino qué leer, dónde y cómo hacerlo.

Si ya en una entrega anterior en este blog hablábamos de optimizar el tiempo a la hora de planear un trabajo investigativo, es oportuno recordar que la revisión de la literatura es de las tareas más arduas que enfrenta un investigador principiante, sobre todo si desconoce el tema, no tiene información, ni sabe a dónde y con quien acudir para obtenerla. Afortunadamente hay abundante literatura para orientar o dar pistas básicas a quien por primera ocasión se enfrenta a un trabajo de investigación; como también algunas experiencias que bien vale la pena recuperar para poner en comun y facilitarle al investigador primerizo la manera de sortear esos dilemas.

De allí que como recomendación principal digamos algo que todo mundo sabe: todo trabajo de investigación requiere un trabajo de pesquisa documental básico. Es decir, buscar en la literatura especializada textos, autores, fuentes que nos permitan saber más o entender mejor sobre el fenómeno o problema que hemos decidido investigar.

En virtud de no disponer de tanto tiempo para la lectura exhaustiva, será oportuno seguir estrategias propias de una revisión exploratoria que puede ubicarse en dos contextos: el real y el virtual. En el primero consultar el acervo personal, el de la biblioteca de la ciudad, de la universidad o bien visitar alguna librería cercana para conocer si maneja literatura sobre el tema. Es importante registrar todos los hallazgos: en notas, en audio o en fotos, para facilitar la ubicación posterior de las fuentes encontradas.

Por otro lado, una fuente inagotable para buscar información es internet, por ello el estudiante debe saber los recursos con los que cuenta para definir a mejor manera la consulta de documentos en línea: bases de datos, libros digitales, bibliotecas virtuales, publicaciones periódicas, portales de congresos, páginas personales de autores, académicos, investigadores o editoriales.

Identificadas las fuentes primarias y segundarias, hay que decidir qué discriminar, qué seleccionar. Por lo tanto, será razonable una lectura rápida, exploratoria o de ubicación temática: lea la información que aparece al reverso del libro, revise el índice de contenido, lea la introducción o los resúmenes, el principio y el final de cada apartado en que se estructura el documento consultado o la obra revisada.

Si bien aquí no se agota todo lo que se debe hacer para revisar inforamción y poder fundamentar una investigación, por algún lado se debe comenzar y esta puede ser una buena oportunidad.

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