miércoles, 13 de agosto de 2014

La experiencia recepcional como experiencia educativa

En la Universidad Veracruzana, a partir de su modelo educativo integral y flexible (MEIF), algunas de las prácticas educativas se vieron sacudidas por una propuesta que nació bajo el amparo de un paradigma que obligaba a apropiarse de un lenguaje para el que quizá muchos de sus académicos no estábamos preparados, como tampoco  para dimensionar o comprender el pensamiento y la perspectiva teórica que se decía era su punto de inflexión, en lo teórico y lo metodológico. 

Y sí, hoy que parece se ha dado un paso más en el terreno de la innovación educativa en la UV, la comunidad académica, sigue sin -necesariamente-, llegar a tener la claridad de lo que supone un modelo de gestión y mediación pedagógica centrada en el estudiante. De allí que le cueste trabajo comprender las razones del porqué hoy se habla de la promoción de "experiencias educativas" que permitan la formación integral de los estudiantes.

Para tratar de abonar al diálogo en torno a ello, quiero atraer aquí parte de lo vivido como profesor de la experiencia educativa Experiencia recepcional tras muchos años de impartirla, pues si bien es cierto el objeto de aprendizaje es la elaboración de un trabajo recepcional escrito o electrónico, lo cierto es que no lo podemos concebir ni planear tal como puede leerse en los manuales que para orientar su elaboración existen en la literatura especializada. 

Digo esto porque siendo una experiencia que se cursa, la evidencia final tiene más que ver con su proceso de aprendizaje antes que con el producto final; pues al ser una experiencia educativa, tiene que vivir un proceso integral en lo teórico, heurístico y axiológico. Es decir, a diferencia de lo que ocurre en otras instituciones educativas, donde los seminarios o talleres de tesis son espacios para la reflexión, discusión o problematización permanente en torno a los objetos de estudio, en nuestras Experiencias educativas, se parte de la idea que el estudiante debe acreditar un curso, durante el cual debe desarrollar una serie de competencias disciplinarias, metodológicas y técnicas relacionadas con la elaboración de un trabajo recepcional; para lo cual, el profesor debe generar un ambiente de aprendizaje que le permita al joven adquirir los conocimientos pertinentes en términos teóricos, para más tarde aplicarlos. Es decir, del saber teórico al saber hacer en lo práctico. 

Así, la experiencia es de aprendizaje que no de investigación. Habrá quien diga o piense que el joven debe llegar para demostrar lo que ha recogido a lo largo de su formación disciplinaria, pero ese no deja de ser un lugar común que poco abona a la reflexión de la naturaleza de una experiencia educativa como esta. Es decir, el estudiante pudo haber cursado un programa educativo que les permitió adquirir conocimientos en torno a la investigación, pero eso no resuelve la manera en que se deben abordar los saberes teóricos en un contexto heurístico donde lo axiológico debe estar presente a lo largo del proceso de aprendizaje de una experiencia educativa cuyo objeto de interés es saber hacer trabajos recepcionales.

Si a lo anterior sumamos que un estudiante como los de la licenciatura de Ciencias de la Comunicación tienen un sólo curso, estamos hablando que el diseño por competencias de la experiencia educativa (por lo menos las que imparto) deben ponderar los contenidos, así como los conocimientos pertinentes para que durante los 3 meses y medio que dura un periodo lectivo, el estudiante pueda alcanzar como meta, la elaboración de un trabajo recepcional en la modalidad que junto a su profesor, asesor, tutor o director de tesis pudieron haber determinado. 

De allí que sea razonable señalar que los profesores que fungimos como jurados, no debemos esperar un trabajo recepcional con el nivel de profundidad, de teorización que antes se pedía, sino un documento que tenga claridad y consistencia en cuando a la estructura, el desarrollo de los elementos que deben caracterizar este tipo de evidencias de aprendizaje. Porque no deja de ser eso, un producto que ofrece la oportunidad de reconocer lo que un estudiante pudo, no solo conocer o aprender para desarrollar en la práctica, sino también, un producto que muestra los rasgos de distinción de todo proceso de aprendizaje que de suyo es plural, diverso y desigual. 

1 comentario:

  1. ¿Y cuándo se supone que podremos exigir un nivel de profundidad, de teorización como se hacía antes?

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